martes, 25 de octubre de 2011

Boca a boca

Esa palabra tan corta. Tan irritable. Tan deseada. Tan significativa. Y puedo decir que lo he encontrado. Que eres mío, y yo tuya. Que somos uno. Que sin mirarnos, nos comprendemos. Que sin oirnos, sentimos. Que sabe lo que pienso, en cada momento. Sus temores. Sus manías. Las mías. Un beso, una caricia. Y perdidos. En ese océano´frío e inmenso. Solos. Y también juntos. Porque eso es lo que significa. Por nuestros desvaríos. Por nuestras locuras. Por nuestros "te quiero". Por eso y mil cosas más. Por esa sonrisa. Por esa mirada. Tus ojos, limpios, y sinceros. Tus labios, tu barbilla, tu cuello. Tú. Entero. Mío. Y me lo dices, y no me lo creo. Y vibro de felicidad. Y sé que me sientes. que me comprendes. Un viaje en taxi. Con esa canción. Contigo. Con las luces reflejando tus facciones. Tu brazo protegiéndome. De todo.
Y cerrar los ojos. Y saber que tu piensas en mí tanto como yo en ti. Prometerte eso, en silencio. Mientras me miro enel espejo. Mirándo mi pelo. Mis ojos, mis labios. Y saber que ya no me pertenecen. Que son tuyos. Como yo.
Porque lo acepto, porque no puedo luchar contra esto. Contra las ganas de estar a tu lado. De quererte. De que me quieras.
Por esas canciones. Esa letra. Esa poesía. Esos dibujos. Esa primera frase estúpida. Y la siguiente, un poco menos. Un "Hola". Un "me aburro". Y aquí estamos. Asustados. Inmersos en ese mar helado y lleno de cosas por descubrir. Porque las quiero descubrir a tu lado. Mano a mano. Boca a boca.


:D

viernes, 17 de junio de 2011

el loco de la selva

En un lugar de la selva del Brasil, de cuyo nombre no me queda más remedio que acordarme si quiero aprobar esta redacción, vivía un selvático empedernido, fuerte, y de los de taparrabos de piel de serpiente. Su nombre, difícil de pronunciar y exótico a más no poder, se olvidó, como cuando él se olvidó de vivir con la civilización.
Habitaba debajo de un arbusto tupido y comía lo que caía del cielo... Los cocos que caían de las altas palmeras era una preocupación constante en la vida de ese pobre hombre. Tenía un gran dolor de cuello que hacía de su columna vertebral un conjunto de huesos retorcidos. Su mayor afición, era pasear con las panteras que le tomaban como a uno más. Tanta era su obsesión por parecerse a los felinos que maullaba como si le fuese la vida en ello.
Al cabo de un tiempo, de no hablar con la gente, se olvidó de su idioma, de su raza, e incluso de cómo se utilizaban las manos.
Así pues, hacía lo que hacen todos los tigres. Gateaba, saltaba, rugía...
Harto ya del taparrabos, y olvidándose de para lo que servía, quitóselo a mordiscos y tiróselo a la cara de una pantera con la que había mantenido una disputa tiempo atrás. La pantera, asustada, se defendió, y claro está quién salió perdiendo en el combate.
Huyendo, se adentró en un pueblo selvático, y nuestro querido amigo, cegado por la locura, corría a cuatro patas, y al entrar en la civilización, ignorando por completo que la gente le miraba, se escondío en un carro, con sus grandes ruedas de madera desgastadas. Las gentes de aquel pueblo, sorprendidas, se acercaron para ver lo que ocurría.
Se quedó allí quieto, el pobre hombre, más de dos días, dándose cuenta de uqe no conocía nada de lo que allí pasaba.
Apareció por entonces un pastor con sus llamas, orgullosas y cuidadas. Cegado por el hambre, y por su locura , se echó a bocajarro sobre los animales. El pastor, llamó a gritos a sus vecinos, y cogió el bastón que portaba con él y le dio un buen golpe a la cabeza a nuestro protagonista. El hombre cayó inconsciente al suelo.
Cuando se despertó, estaba en medio de la selva, solo de nuevo.

domingo, 22 de mayo de 2011

Episodio picaresco

Querida fan: me preguntas por cómo llegué a ser una gran actriz tan conocida. Para conocerlo, tienes que saber la historia de mi vida.
Nací en un parque, debajo de un árbol. Mi madre, soltera, joven y asustada me crió como pudo. Por eso ahora me llaman Carmencita del Parque. Crecí estudié y dejé mis estudios a los 16 años, después de haber repetido 2º eso dos veces, como era tradición antigua en la familia.
Gracias a nuestro estupendo Gobierno, estuve buscando trabajo hasta los 19 años, en los que me encontraba hormonalmente perdida. Pero fue mi madre la que encontró el puesto, si, mi madre.
Resultó ser el puesto de ayudante de dirección. Una película de esas que tiran de espaldas de lo mala que era , de esos bodrios tan horribles que no se llegan a publicar en ningún sitio.
Y allí estaba yo, con una gorra fea que ponía “ayudante del director”, una carpeta y un bolígrafo en la mano. Perdidita.
Después de colocar las hojas de la carpeta por quinta vez en lo que llevaba de la mañana, fui a beber mi tercer café en dos horas.Vi al directos pasar de largo, sin mirarme, y a la penosa de la actriz rubia que hacía de protagonista. La pobre no sabía hacer la “o” con un canuto. Yo tampoco era de esas chicas increíblemente inteligentes, pero la verdad, yo no creía que mi subnormalidad llegase a esos límites.
Se levantó con aire de súper estrella, sin darse cuenta de que se encontraba en un sótano alquilado que quién sabe si habría pasado la revisión de sanidad.
Se acercó a donde yo estaba, sin mirarme, y cogió el café de mi mano, diciendo un estúpido gracias. Entonces recordé que un amigo mío me había pedido que le guardase una bolsa con droga (era tan inocente que no pregunte de qué sustancia se trataba). Me fui hacia mi vieja mochila deshilachada, la abrí y encontré la bolsa blanca que me habían dado. Con mucho arte me dirigí a la súper estrella.
-El azúcar, lo siento- dije quitándole la taza con una sonrisa encantadora. Me sentí grande por un momento, mientras le echaba tres o cuatro pastillas, deseando que se disolviesen. Removí el café con garbo y se lo devolví con una sonrisa cínica, pero la chica estaba tan ensimismada que no se dio cuenta de mi alegría.
Al cabo de media hora, la actriz estaba tan drogada que empezó a bailar encima de la mesa donde se suponía que yacía muerta. Y el director, tan estresado por su mierda de película, me cogió a mí, la primera que tenía a mano. Y no me preguntes cómo conseguí que se publicara esa película tan mala. Porque esa es otra historia.

lunes, 28 de febrero de 2011

Te añoro.

En la cocina, una y cuarto de la mañana del 27 de Febrero de 2011, en un cuaderno en blanco que encuentro en su armario, empiezo a escribir para llorar. Para llorar a mi abuelo. Acabo de conocer la noticia. He visto álbumes de distintas fases de su vida. De niño, de joven, de marido, de padre, de abuelo. Y desde mi punto de vista, un gran abuelo. En casa del abuelo. Con sus cosas. Al lado de la silla donde él siempre se sentaba a comer. Con su cojín rojo desgastado. La mesa con cuatro manzanillas. Montse, Ana, Miriam y yo. Y cinco vasos vacíos. Magdalena, José Antonio, Nicolás, María Jesús y Óscar. Y una botella de agua. Vicenta. Dana a mi lado. No le ha llegado a conocer del todo. Entro en el baño. Vacío. No está su Floïd encima del lavabo. La mesa del escritorio, cerrada. La casa, en silencio. Lágrimas que borran mi mirada. Y recuerdo el comienzo. Todo. Y los recuerdos me invaden, y me ahogan el cerebro. No le dejan pensaron claridad. Todos mis recuerdos. En la terraza de la playa. En Alicante, por la mañana, con su tostada de pan y el aceite, los tomates y su jamón. Los sobaos. Raphael. Nochevieja. Su pijama viejo. Las tardes en su estudio. Todavía no sé qué hacía tan importante allí. Hace tan solo media hora. Media hora. Y ya no hay UVI. Ni habitación. Ni subida a planta. Ya no hay nada. NADA. Solos. Pero la energía no se destruye, fluye. Y la del abuelo no va a ser una excepción. Cacharros por toda la cocina. Noche oscura. Día ardiente y soleado. Crisis. Ansiedad. Siente. Él sentía.
Hablando. Desahogando. Llorando. Recordando. Temblando. El tapón de la bañera. El camión. Los camiones. El taxi. El paseo. La playa de Muxavista. La mejor del mundo para el abuelo.
Asumirlo. Un problema. Solucionado. Un destino. Solucionado. Una vida. Solucionado.
Pero surgen más problemas. Y no se resuelven tan fácilmente.
Con su bolígrafo, escribiendo. Con su sangre, en mis venas. Con su carácter, en mi misma. Dolor de tripa. Paz interior. Vida plena. Familia plena. Cariño, de nuevo recuerdos, amor. ¿Distancia? No sé si eso es lo que quiero. Pero si sé que a ti te quiero. Que te añoro. Que te recuerdo. Que lo siento. Que me muero. Que no como ni bebo. Ni un destello. Todo negro. No lo entiendo. Ni quiero. Demasiado. Ofuscada. Encajonada. Distanciada. Mareada. Sonrosada. Acalorada. Sucia e incontrolada. Las uñas. Objetivo. Solucionado. De nuevo solucionado. Y ya no tengo uñas. Recortadas al mínimo. Mordidas, tragadas y digeridas. El reloj. Tic. Tac Y el tiempo pasa. Pasa. Y el abuelo no está y la Tierra sigue girando. Y el mundo se despierta. Y no puedo más. Y te necesito. Pero te has ido. Sola. Ante el mundo. En tu cocina, abuelo. Al lado de tu silla. Y la miro. Y te veo. Te veo. Y te siento. Cuando paseo por la casa. Cuando lloro. Cuando miro a mi padre. Cuando respiro. Pero todo pasa. Y tú lo has solucionado. Has terminado tu trabajo. Pero todo trabajo tiene una continuación. Y yo la hago, abuelo. Yo la continúo. Y te quiero. Y tú lo sabes. Porque lo sabes y no hay más que hablar. Es un punto en un texto. Un punto y final. Que si queremos todos, es un punto y aparte. El reloj no para de sonar. Le quito las pilas. Basta. Era el abuelo. Respiro. Escribo. Y no paro. Y mi mano tiembla. No entiendo mi letra. Las lágrimas de nuevo. Manzanilla. Te quiero. Tus inventos. Tus manías. Tus te quiero. La puerta. No la volverás a cruzar. Tú no. Pero si tu mujer, tus hijos y tus nietos. Los que te añoran, los que te sienten. En ese corazón, que en tu caso te ha mantenido vivo, cuando nadie lo creía. Cuando el problema era el cerebro. La hemorragia. No pienso en eso. No quiero. Recuerdo tu risa. Tu cantar por las mañanas. Tus comidas preferidas. Tiempo. Ayuda. Esfuerzo. Cariño. Distancia, Sobretodo distancia. Y no sé si lo he dicho ya, pero es que te quiero. Te añoro. Pero por encima de todo, te recuerdo.

domingo, 23 de enero de 2011

El escudero del Lazarillo, tratado tercero

El ecudero, para Lázaro, fue un amo pobre y generoso. La comida la compatía, nunca se portó mal con Lázaro. Por eso, a su marcha, el protaonista quedó triste.
Piensa nuestro Lázaro que el escudero fue un hombre fantasioso, que le importaba más la honra que que comer. Explica que iba andando con gran pompa, como si fuese el escudero del mismísimo tiburón. Pero su pobreza era tan grande que su criado(Lázaro), salía a mendigar y comían lo que conseguía durante el día.
El escudero era un hombre uqe mentía para mantener su honra. A Lázaro le cuenta que tiene tieras en Castilla, y que si quisiese, podría vivir perfectamente.
Con él, Lázaro pasó realmente mucha hambre. Y no porque el escudero fuese un egoísta o avaricioso, la causa es que no tenía nada qque dar, y Lázaro no decía nada, poerque lo comprendía. Sabía lo que era pasar hambre.
Lázaro cuenta, en su nonada que fue el hombre al que le hubiese gustado seguir sirviendo, que no le hubiese importado.
Pero el escudero lo abandona, porque era tanta su vergüenza que no podía decirle a su criado que se marchaba porque las deudas lo aplastaban. Eso hubiese sido una herida para su honra. Una gran herida. Decirle a su criado que no podía mantenerse ni a si mismo...¿Dónde se había visto eso?
Fue el tercer y más querido amo para Lázaro.
Explica en su historia que, cada vez que ve un escudero, siente lástima por él. Piensa que la mayoría debía estar como su tercer amo.
Lázaro siempre deseó que que su amo se diese cuenta de que cada vez estaba más delgado, que no tenía nada que llevarse a la boca y que pusiese un remedio, porque cuando el amo adelgazaba, Lázaro tambien lo hacía.
Mi opinión, es que el escudero era un hombre fantasioso, que no pensaba en nada más que su honra, que era más importante que comer.
Pero después de todo, Lázaro le coge cariño. Porque todo lo que tenia el escudero, lo compartía con su criado, y a su vez, Lázaro compartía la limosna que conseguía con su amo.