miércoles, 13 de enero de 2010

Aullidos, capitulo 1

Aullidos

Notaba cómo el sudor le corría por la frente. La humedad y el calor hacían de aquella tarde una situación agobiante y sofocante. Se apoyó en un gran árbol y respiró profundamente. Se sentó en una de sus inmensas raíces y esperó. Se quitó la chaqueta y la dejó a un lado. Se recostó contra el tronco, cerró los ojos y se tocó su largo cabello pelirrojo de manera inconsciente. Se estremeció de lo relajada que estaba y de lo feliz que se encontraba. Entonces sintió un dolor agudo en el costado. Se levantó la camisa y vió un corte largo, pero no muy profundo , desde la axila derecha hasta la cintura, recorriéndole todo el vientre.” Me lo he debido hacer con una rama”, pensó. Observó la camisa y entonces descubrió que estaba rota y un a parte del pantalón estaba rajada, deshilachándose. Suspiró. Otro pantalón a la basura. Para la economía de sus padres no era nada bueno, pero la chica no podía evitarlo y rompía un pantalón cada dos semanas. Este último año, cada vez era más frecuente. Recorrió la herida con sus manos y notó como la sangre le empapaba las puntas de algunos de sus dedos. Sonrió.
Entonces oyó un aullido. No estaba lejos. Se levantó de golpe, sacudiendo su larga melena. Cogió la chaqueta y se la ató a la cintura. Echó a correr de nuevo, esta vez con más energía. Otro aullido. La chica notaba como los rayos del mediodía golpeando en su nuca. Un aullido, largo y alto rasgó el ambiente caluroso, pero se cortó rápidamente. La chica paró y resbaló, pero consiguió mantener el equilibrio. Agudizó el oído al máximo y sólo oyó su respiración, entrecortada y agitada. Notaba como unas malas hierbas le rasgaban los tobillos y la parte inferior de la pierna, haciéndole pequeñas heridas. Giró sobre si misma y entonces y corrió hacia el lugar donde parecía haberse producido el último aullido. Notaba un olor penetrante, intenso, e intimidante, que solo había experimentado una vez. “No. Ellos, no”, pensaba la chica. Se agazapó, cuidadosamente. Ella quería estar preparada para cualquier cosa. “Papá. Por favor, si estás ahí, responde”, se repetía. Oyó una respiración agitada, y el latido de un corazón humano, no de un lobo. Un forcejeo, un golpe. La chica se acercó a un grueso árbol, trepó y, de un salto, se subió a una de sus ramas. Cuando miró lo que había debajo, sus ojos se abrieron y se quedó sin respiración, aunque no la necesitase.

martes, 12 de enero de 2010

poca gente me sigue, pero quiero avisar de que este blog tiene cambio de planes. Lo utilizaré como medida de desahogo, escribiendo cada día diferentes historias, pero continuando con la demas cada cierto tiempo. Cada vez que queráis consultarme o aconsejarme dealgo nuevo, por favo, mandarlo a l siguiente cuenta de correo elctrónico.
Bessitos:
Martiixi
martacano13@gmail.com